Reporte 1: La vérité
Primero que todo hay que considerar el desagradable calor pegajoso que se adhiere a la piel de manera incontrolable, y casi irritante. La mala ubicación de esas montañas; color beige, y la aglutinación de unos cuantos personajes –turistas- que están de visita en aquel lugar. El caos es un pueblo, el caos impresionantemente fuera de la ciudad. De igual manera escucho el agudo sonido de las cornetas de los carros, los gritos incesantes de los vendedores de turno, y esa diminuta arenilla que se cola, en cualquier rincón escondido de nuestro cuerpo.
Segundo: como detesto el humo, y ante este pensamiento, y por mas chatarra en ruedas que halla a mi alrededor, logro contener la respiración, inhalar y exhalar, sentir el sabor del mar en mi boca, y una que otra ola que golpea mis pulmones. La vista que se pierde en el horizonte de los medanos, y el resplandor del sol que hace escarcha a la arena; me hacen olvidar por un momento, el empalagoso dulce de leche de cabra, las cornetas y los turistas insaciables de ruido.
Reporte 2: Le mensonge
No logro contener el frió, el fuerte olor de los habitantes, y la mierda de las palomas, es irónico pero esa misma rata voladora que habita en Caracas, tiene hasta un aire de simpatía, pero aquí ocurre lo contrario, hasta ellas te ven de mala manera, y si eres un incauto serás una presa en esa plaza que esta infestada de ellas. Una cosa son los animales, otras las grandes manifestaciones de arte a mi alrededor. Tal vez ya no recuerde donde estoy, tal vez crea que estoy en mi ciudad natal, que yo no nací donde nací, que mi creación se vio rodeada de grandes columnas, maravillosas prosas e imágenes que invocan a un recuerdo prestado. Pienso que la Iglesia de la Coromoto es solo una casa para los necesitados, y que mi bautizo fue llevado a cabo dentro de Notre Dame.
Suelo soñar con una falta de identidad, como si estuviera en un L'aubergue espagnol, rodeado de todo un poco, de ficción y realidad, de prisión y libertad. No es Paris lo más hermoso, tampoco es lo más perfecto, tal vez y prefiera a Chad, Zambia o Botsuana, tal vez y prefiera a Caracas, pero simplemente, es sentirse estar en la ciudad del amor, no como en Roma o Londres.
Experimentar la infidelidad a la francesa, el beso a la francesa, la suavidad de un croassaint francés, sentir el acento parisino, y volar, volar lo más alto desde la torre Eiffel.
10/06/2004
Daniel Dannery.