Está vez, si. Está vez que nos dan permiso para aplacar nuestro semblante y hundirnos en la espesura de la noche, lograr divisar las ganas del sueño, de inmiscuirse y flotar en universos paralelos. Está vez que saboreamos pezones en la oscuridad como un halo de fresa fresca, y flor de cereza y acidez a hoja de ciruela. Que vivimos la felicidad a medias o media felicidad, quizás odiamos un poco menos. Que la noche es manta de lana cobijando las penumbras austeras. Esta vez, nos han quitado los ojos. Y el miedo por no poder llorar lo han arrancando vilmente sufriendo el mismo dolor del Edipo.
Daniel Dannery
Una mañana fría del 24 de octubre de 2006
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