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sábado, 27 de abril de 2013

(...)


No soporto de ti
la dualidad de las palabras,
o quizás es que no soporto
la dualidad de mis deseos.
¡Está bien!
¿por qué si pides una cerveza
siento que lo haces por mí?
¡Ja!
No.
Sería enfermizo.
Pero si creo que cuando hablas
de amor,
de ese que te hace falta,
yo podría cubrirlo.
No sé.
Me siento dispuesto,
pero así es esto.
No prometo que sea una verdad,
ni una gran verdad,
las verdades existen
pero la mía no ha sido corroborada.
-Podríamos intentarlo.
No.
Frase estúpida.
Podría decirte que te quiero
¿valdría la pena?
Si.
No.
Tal vez.
Para mí si.
Decirlo sería la expresión
de lo que siento,
para ti
de lo que deseas.
Yo soy un romantico,
y los románticos pasaron de moda,
ahora se enamoran de las cervezas,
el whiskey,
y la pornografía,
para eso quedamos,
para recitarle poemas a las putas
(siempre ha sido así)
¿De qué hablo?
no me gustan las putas
la que se dejan recitar poesía
por dinero,
no, es que no me gustan las putas
y a las mujeres le gusta otra clase de poesía
la que se hace con el cuerpo.
Mi sensiblería masculina,
no es muy masculina;
ahora dicen.
¿Entonces?
¿Cómo hago con la persistencia?
se agota con la voluntad del poder
y el no querer,
y quiero.
Pienso que soy complicado
como una mujer.
No
Mentira.
Las mujeres no son complicadas,
lo veo en tus ojos,
tú no eres complicada,
quieres lo mismo que yo
pero de otra manera.
Yo te ofrezco lo mejor de mí,
si es que acaso queda algo de mí.
Pero tú no quieres eso,
quieres lo mejor de otro,
es como lo mío,
pero peor.
Es la dualidad masculina,
la que me hace escribir un poema y decir:
¡Qué mierda!

26/04/2013

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