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lunes, 13 de septiembre de 2010

PLANETA DE ELEFANTES.

Este es un documento que he encontrado hoy, el cual no recuerdo haber escrito, pero que esta firmado digiltamente por mi. Así que si, definitivamente lo escribí yo, además está fechado.

Otra cosa extraña es que es una carta dirigida a "Vanessa".

Vanessa, si estás ahí afuera, dime ¿Por qué motivo te escribí esto? y discúlpame por haberte entregado semejante documento sin sentido, al menos en este instante para mi no tiene ningún sentido.

Tampoco te recuerdo Vanessa, ¿Quién eras? o ¿Quién eres?.

Elephants (1948). Salvador Dalí.


Planeta de Elefantes.

I.

(Si yo fuera Dalí)

No pretendo ser simplemente perfecto, aunque reconozco mi grandeza ante el espejo y los seres que me rodean, el arte posiblemente es una esencia de mí y mís sueños, tan tenebrosos y macabros como mi sutil presencia en esta tierra, tal vez trato de provocarle miedo a las ilusiones de los fanáticos y neuróticos que me visitan constantemente, hacerles percibir el objetivo de mis obras, las pesadillas que me hacen ser comprensible, que ilógicamente me profetizan la castatrofe de una tierra que ya de por si se encuentra quebrantada.

Era más simple dibujar un niño de cabezas con su rutinaria y fantástica amiga imaginaria la “Señora flor”, pero mis sueños (tal vez pesadillas) invocaron una tierra en penumbras, sombreada de un constante color rojo, como si el cielo se incendiara, y no hubiera el agua suficiente para aplacar el temor de los pocos habitantes de ese miserable lugar.

Pensé: -¡a lo mejor es el futuro!- Y luego razone escapándome de la realidad

- Es el comienzo de un nuevo mundo.

Donde los elefantes son los líderes de la tierra, tan altos como el rascacielos más inmenso del planeta y con cierta semejanza a los insectos, con una estructura organizativa envidiable, pero paradójicamente con nuestros mismos sentimientos de lucha y peleas, un lugar donde los colores son escasos y nosotros lo humanos estorbamos.

La tierra árida los cobija e invita a los osados a enfrentarse, a corroborar un liderazgo algo inútil (creo pensar).

Pero mi obra está en el presente y debo mostrar serenidad; calma y un estado de pureza que se pueda palpar, el terror no es invitado de la paz, necesariamente mi trabajo es mentirle a la perfección e imitar justo como hace el arte un mundo falso y ficticio.

II

(El mundo dentro de la obra)

Desde siempre, desde que estamos postrados sobre ésta tierra que nos dio la vida, nuestras acciones han sido cometidas con una regla en mente, con un manifiesto que nos dice que una nueva época llegará, que sobre nuestros lomos llevaremos la carga de un pasado, de un líder antiguo.

El cambio ocurre cada vez que el cielo se pinta de rojo, llorando la sangre de un gobierno imperfecto y ante esto es necesario que nuestra forma de vida cambie, que no sigamos con una rutina simplemente insoportable.

El planeta se disfraza de fuego para darle rienda suelta a una lucha de décadas, en que los protagonistas serán dos de los nuestros, una raza joven que se prepara para combatir sobre un suelo árido y caliente, donde a cada paso dado, las patas sufren las consecuencias de un calor terrible, sediento de carne, dejando así que el pellejo se desprenda de nuestras ya inflamadas y adoloridas patas, y los pedazos de piel queden secos sobre la arena.

Ya el color que deja ver el suelo como un reflejo del rojo, no es una ficción creada por un universo sobre nuestras cabezas, es sangre lo que se ve, huellas de sangre que sirven de testigo para declarar que allí hubo una lucha de dos, durante un tiempo que clamaba por piedad.

Los otros presentes en el acto serán los candidatos a observar y a contemplar todo aquel despliegue de furia que ante la euforia de unos cuantos, hacen que la ocasión sea motivo de espera durante el gobierno de un mandatario más.

El olor a carroña, a sangre coagulada hace que nuestro sistema biológico sufra serias consecuencias, provocando la muerte a más de uno, contaminando las vías por donde el dióxido corre.

La espera se hace cada vez más insoportable debido a la lentitud de nuestros pasos, es posible que en el tiempo donde cada uno de un paso hacia el frente, alguno de nosotros muera contaminado por las bacterias. Nuestros ruidos nos identifican, nos alarman, nuestros ruidos son de desesperación y dolor, es el único sonido en los alrededores, los dos luchadores sólo se miran fijamente hasta que en algún momento sus trompas chocan y el ritual queda de lado, y comienza la batalla por el poder. Aunque uno de los dos, inevitablemente caiga sobre la arena, hedionda a muerte, cargada de la presencia de miles que ya pasaron por allí.

Al final el cielo se tornará verde después de la muerte, luego púrpura, los pequeños serán adultos y los ancianos no existirán y probablemente tendrán que pasar tres generaciones más de éstas, para que el universo llore de nuevo ante el verdadero testigo de nuestro dios Elephant, que oculto sobre una cabaña, complacido queda ante nuestros sacrificios.

Cuídate Vanessa. Un beso.

Daniel Dannery.

2004.

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