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jueves, 8 de marzo de 2012

Contar algunas cosas.



Mi padre decía, mejor morir antes que traicionar la patria. Mi abuela no decía nada, murió y sigue muerta. Mi madre decía, mejor el trabajo honrado antes que robar. Mi hermano no decía, prefería gritar. Mi hermana decía que era preferible insultar al prójimo antes del que el prójimo te insulte a ti. Mi otro hermano decía, los secretos aun después de dichos siguen doliendo, entonces es preferible seguir guardándolos. Mi hermano, que es más mi padre que mi hermano decía: ¡SI NO QUIERES PREPARAR NADA, ENTONCES NO LO HAGAS! Mi madre decía, tu hermano se va de la casa, vamos a ver cómo nos arreglamos. Mi abuelo al igual que mi abuela, está muerto. Mi padre decía, todo en esta vida es cuestión de hábitos. Mi madre decía, ¿si tanto te desagrada algo por qué sigues en busca de eso? Mi hermana decía, de problemas familiares no pienso hablar contigo, mejor se lo cuento a un amigo. Mi hermano decía, ¡y que se vaya la gente a la mierda! Mi otro hermano decía, aún después de años de contarle a mi padre mi secreto; sigue sin hablarme. Mi padre decía, el homosexualismo no es un pecado, sino una situación. Mi hermana decía, que no decía nada. Mi madre decía, yo solo sé que prefiero no saber. Mi padre decía, que las cosas en la vida hay que hacerlas con el respeto posible, sino, no se hacen. Un hermano que no conozco, no dice nada porque no conoce a mi padre. Mi hermana decía, y tanto decía que terminó diciendo. Mi padre decía, que yo no era el culpable de sus errores y por eso me aceptó. Mi madre decía, que le debía todo a mi padre. Mi hermana decía, que es mejor una vida de puta que de bastarda. Mi padre decía, que un hijo es un hijo, y esa palabra ya no se usa. Mi hermano decía, viejo tacaño. Mi padre decía, las cosas que menos importan en esta vida es el dinero y la religión. Mi madre decía, que Dios lo puede todo. Mi hermano decía, cuídame San Onofre. Mi otro hermano, no se que decía. Mi padre decía, que en Estados Unidos todo funcionaba mejor. Mi madre decía, pichirre, avaro, viejo desgraciado. Mi hermana decía, sal de esa casa que es mía. Mi otro hermano decía, gracias a Dios estoy fuera de ese país. Mi padre decía, una cosa que es de uno, también es de todos, hay que compartir. Mi madre decía, ¿y dónde vamos a vivir?. Mi padre decía, que si uno ya no quería seguir viviendo ¿para que continuar haciéndolo?.
Mi madre lloraba. Mi Hermano gritaba. Mi hermana buscaba un motivo. Mi otro hermano estaba lejos. Mi hermano que no conozco pero sé que existe, no sabe nada de lo que ellos dicen. Mis abuelos es preferible que estén muertos. Mi padre ahora es alimento de la tierra. Y yo sigo aquí.

Ellos, todavía siguen diciendo.

Daniel Dannery.
Tarde del 01 de diciembre de 2006 

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