Todo el contenido de este Blog está protegido por la Constitución de Venezuela, la ley sobre el derecho de autor, el Código Penal, el Código Civil y las demás leyes locales. Está prohibida la utilización de los artículos para cualquier fin comercial o no, a menos que se solicite y se otorgue el correspondiente permiso por escrito.

jueves, 29 de julio de 2010

LAS COSECHAS DE LA IRA.

Las cosechas de la ira.

Comedia Corta.

Daniel Dannery

(Sala de espera. Fabián y Ezequiel, sentados en un sofá pequeño. Una pequeña mesa con varias revistas sobre ella.)

EZEQUIEL: Cuanto lo lamento y, ¿cómo murió?

FABIÁN: Le cayó una poceta en la cabeza

EZEQUIEL: ¡¿Disculpe?!

FABIÁN: Sí, lo sé, una muerte desgraciada… uno no escucha todos los días sobre gente que muera de esa manera.

EZEQUIEL: ¡Horrible!... Y ¿estás bien? de verdad cuanto lo lamento.

FABIÁN: Yo también lo lamento… ¿Quién lo iba a imaginar verdad?

EZEQUIEL: Es imposible imaginar una muerte de esa manera. Nadie en su sano juicio quisiera morir así.

FABIÁN: Bueno, hay gente de gente. (Pausa.) Mi madre, por ejemplo, siempre tentaba a la muerte. Cada vez que tenía que hacer cola en un banco, ella se imaginaba que un tanque de guerra acabaría con todos los banqueros del país, y junto con los banqueros, ella. Siempre describía a un tanque que entraba velozmente, atravesando las paredes blindadas, llevándose todo a su paso y que luego de semejante atrocidad, en la calma de un banco hecho pedazos, un billete, bailaría en el aire, y terminaría posándose pausadamente sobre su cabeza aplastada y hecha añicos

EZEQUIEL: Que cosa tan horrible…

FABIÁN: Ella quería hacer historia…que la recordaran por como murió, decía que era mas fácil recordar a un muerto que a un vivo…

EZEQUIEL: Una espantosa manera de ver las cosas. ¿Y como murió?

FABIÁN: No, aun no ha muerto.

EZEQUIEL: Ah, pensé… como usted decía… que ella…

(Silencio.)

FABIÁN: Disculpe mi falta de educación, Fabián ¡mucho gusto!

EZEQUIEL: ¡Claro!, siempre me pasa lo mismo. Ayer montado en el autobús, me dirigía a resolver unos asuntos familiares, usted tiene madre, debe saber como es eso… Los asuntos familiares… en fin. Había una cola interminable, a mi lado una mujer leía no sé qué sobre un procedimiento en el tratamiento del cutis para la preservación de la belleza, lo cierto es que la mujer estaba más pálida de lo que puede llegar a estar una mujer así de blanca como esa, y pensé por un momento que el tratamiento sobre el que leía surgía bastante efecto, en ella. Extrañamente entre el sofocón provocado por la cantidad de gente en el autobús, el sol asfixiante de la tarde y otra cantidad de cosas, ella era la única que no sudaba…

FABIÁN: Cuestión de metabolismo… mi mamá nunca sudaba…es más, yo heredé eso de mi madre…puedo estar horas haciendo un trabajo arduo y no sudo… aun no me lo explico.

EZEQUIEL: (Lo mira. Pausa.) Bueno, la mujer no sudaba…y yo impresionado pensando que el tratamiento era la última novedad de la cosmetología, me le acerco cortésmente y me presento: <<¡Mucho gusto, me llamo Ezequiel!>> Le doy una palmadita en el hombro esperando que me diga algo y su cuerpo se inclinó de un lado a otro como un péndulo sin dirección. Hasta llegué a pensar que era un maniquí.

FABIÁN: ¿Estaba dormida?

EZEQUIEL: No, para nada…

FABIÁN: Que raro ¿Qué le pasaba?

EZEQUIEL: Estaba muerta, después de ese día trato de no presentarme, me da miedo pensar que causo ese efecto en la gente…

FABIÁN: Debe ser complicado vivir de esa manera…

EZEQUIEL: Uno se va acostumbrado, además es cuestión de no decir mi nombre.

FABIÁN: ¿Y resulta ser una buena táctica?…

EZEQUIEL: A veces. (Pausa) Disculpe mi falta de educación, Ezequiel ¡mucho gusto!

(Miradas incomodas. Pausa.)

FABIÁN: ¿A veces no piensas en que quisieras ser otra persona?

EZEQUIEL: Siento que es mejor conformarse con lo que uno es…

FABIÁN: Si pero, no sientes algo dentro de ti qué quisiera escapar, liberarse de una vez por todas…

EZEQUIEL: Jamás me ha pasado semejante ridiculez por la cabeza…

FABIÁN: Olvídelo entonces. (Pausa) Justo ahora quisiera ser una pared. Estar ahí, parado, inerte, sin mas, solo pensando que no tengo más vida que la de ser pared. Que mi meta es escuchar. ¡Escuchar! (Pausa) ¿Será verdad lo que dicen sobre las paredes?

EZEQUIEL: ¿Qué escuchan?

FABIÁN: Y que ha pesar de escuchar, no les importa lo que la gente diga.

EZEQUIEL: Creo que se refieren a otras circunstancias.

FABIÁN: ¿Y si no es eso?, sino que realmente están ahí para escuchar y no prestar atención…

EZEQUIEL: Si fuese así, no tendría mucho sentido que las paredes escucharan ¿Para qué estarían entonces?

FABIÁN: (Lo piensa.) Para ser muros.

EZEQUIEL: Ajá.

(Silencio.)

EZEQUIEL: ¿Cuánto faltara?

FABIÁN: Ha pasado rápido el tiempo.

EZEQUIEL: ¿Usted cree? A mi se me ha hecho una eternidad.

FABIÁN: Todo depende de la ansiedad que se tenga. A mi madre no le gustaba esperar. Cuando le cayó la poceta sobre la cabeza, estaba esperando que la buscaran. Iba a ir un brindis, el sexto aniversario de bodas de una amiga. Es extraño, esa amiga se cree la culpable de su muerte. Dice que si no hubiese sido por el marido que le dio por ir a tomarse un café, mi madre todavía estaría viva.

EZEQUIEL: Nada es casual. Debe estar destrozada la señora

FABIÁN: Se divorcio y ahora le echa la culpa al marido.

EZEQUIEL: Bueno, después de seis años y una muerte.

FABIÁN: La verdad ella ya no lo quería. Esa amiga era la amante de mi padre.

EZEQUIEL: ¿De verdad?

FABIÁN: Vueltas que da la vida. Para mí la culpa no es de ninguno de los dos.

EZEQUIEL: Claro, seria una locura echarle la culpa alguien por una poceta.

FABIÁN: Mi madre jamás le hubiese echado la culpa a el, lo quería mucho.

EZEQUIEL: ¿Lo quería mucho?

FABIÁN: Sí, lo quería mucho.

EZEQUIEL: No entiendo.

(Silencio.)

EZEQUIEL: Por dios ¿Por qué tardara tanto? Ya estoy cansado de esperar.

FABIÁN: Relájese en algún momento saldrá. Cuando menos se lo espere. Ya vera. (Pausa.) Puede que de tanto esperar te de por agarrar una de estas revistas y justo cuando por fin consigas un artículo de interés saldrá alguien de esa puerta preguntando por su nombre: ¿¡Señor Ezequiel!? ¡Señor Ezequiel!....adelante por favor. Dejaras la revistita, donde la encontraste y un abrir y cerrar de ojos, estarás en tu casa, viendo algún canal por cable. Así sin más… así sin más.

EZEQUIEL: (Cortante.) No tengo cable.

FABIÁN: Pero no te molestes. Siempre hay una operadora muy gentil que te puede ofrecer el servicio.

EZEQUIEL: La verdad, no me interesa la televisión por cable.

FABIÁN: Haberlo dicho desde un principio. Tampoco tienes que alterarte de esa manera.

EZEQUIEL: Yo no estoy alterado.

FABIÁN: Lo pareces. (Pausa) ¿Sabes? ya hay muchas instituciones que te ayudan a manejar el control de la ira.

EZEQUIEL: Yo no sufro de ira.

FABIÁN: ¿Ves? ¿Te das cuenta? Ahí en esas instituciones te enseñan que lo primero para cualquier cosa es aceptar que sufres de algo. Para mí que estas en una etapa de negación.

EZEQUIEL: (Evadiéndolo) ¡Pero será que nunca me van a atender en esta porquería! ¿Dónde está la secretaria?

FABIÁN: No te creas, la ira no es mala, es como el pasaporte para liberar el stress.

EZEQUIEL: Permíteme interrumpirte. ¿Puedo hacerlo? ¿Me decías qué te llamabas?

FABIÁN: Fabián.

EZEQUIEL: Fabián, cierto. Tengo un mes entero sin poder dormir. ¿Y eso por qué? Porque cada noche que llego del trabajo a los vecinos de arriba les da por jugar metra, o perseguirse por toda la casa. No se porque razón, no tengo la menor idea. Y así pueden estar hasta que llegan las 6 de la mañana y tengo arreglarme para ir a mi trabajo ¿Por qué no he reclamado? Te preguntaras. Sí, sí he reclamado, pero la vez que lo hice, el grandísimo hijo de puta me apunto con una escopeta que es solo un poquito mas grande que tu humanidad. Sin tomar en cuenta, que ahora cada vez que me los encuentro cuando llego del trabajo, me lanzan la puerta en la cara, marcan todos los malditos números del ascensor, y hasta un día me dejaron la mierda del perro en la entrada de mí apartamento. Así que me importa un bledo, que a tú mama le haya caído una poceta en la cabeza, por mí, ojala le hubiese caído el baño entero. Y no, no tengo un maldito problema de ira. ¡Déjame en paz!. Yo solo quiero que me atiendan, no hacer amigos.

(Silencio.)

FABIÁN: Con decir que me callara bastaba.

(Silencio.)

FABIÁN: Claro, cuando uno trata de hacer sentir bien al otro…siempre uno es el que sale perdiendo.

(Silencio.)

FABIÁN: pero está bien, me callo, no digo nada más…de mi boca solo aire…y bueno algún que otro bostezo…y…

EZEQUIEL: ¡Ya! Fabián, ¡ya! Listo…por favor…creo que los dos entendimos. No tenemos porque volver a caer en lo mismo.

FABIÁN: Tienes razón… (Silencio.) Pero es que yo…yo… (Pausa. Comienza a llorar.) Coño yo me siento muy mal…no es fácil…no es fácil…

EZEQUIEL: ¿Pero qué le pasa? Cálmese hombre, por Díos, tampoco es para tanto.

FABIÁN: Para usted no será demasiado, pero para mi es mucho.

EZEQUIEL: Es verdad, tengo un problema de ira. ¿Mejor?

FABIAN: Es que… nadie debería de morir en una situación así.

EZEQUIEL: Por supuesto. Claro que no. Es horrible. Pero piense que hay gente que estar peor.

FABIÁN: ¿Peor? ¿Acaso ya ha leído sobre gente que muera porque inadvertidamente cayó una poceta sobre su cabeza?

EZEQUIEL: (Pausa.) No

FABIÁN: ¿Lo ve? ¿Y sabe qué es lo peor?

EZEQUIEL: ¿Qué?

FABIÁN: Que no me pude despedir de ella.

EZEQUIEL: Pero no importa Fabián, piense en otras cosas, seguramente debe estar en un lugar mejor.

FABIÁN: ¿Lugar mejor? ¿Sabes cómo sería un lugar mejor? ¿Sabes cómo me imagino un día en un lugar mejor?

EZEQUIEL: Me lo imagino si.

FABIAN: ¿De verdad?

EZEQUIEL: No.

FABIAN: (Llorando.) Pararte una mañana sobre la punta de una montaña y ver el sol salir. Contemplarlo. Sentirte invadido por él, pensar que es la única cosa que realmente tiene vida a tú alrededor, creer en lo insignificante que eres entre tanto esplendor. El viento que te golpea y te hace concientizar que realmente no eres más que un algo, tan endeble que puedes caer fácilmente estando en la cumbre. A veces me imagino eso y me dan ganas de decir: ¡Que bello puede ser el mundo…sin nosotros!

EZEQUIEL: No diga eso. Esta cegado por la emoción del momento.

FABIÁN: Es que usted no la conoció, si la hubiese conocido. Ella no era una persona fácil.

EZEQUIEL: Nadie es fácil amigo, nadie es fácil.

FABIÁN: Tienes razón.

EZEQUIEL: Fabián. Disculpe por lo del baño, de verdad creo que con lo de la poceta ya era suficiente.

FABIÁN: Descuide.

EZEQUIEL: Mire, quédese un momento aquí por favor, voy a averiguar por qué tardan tanto. (Se para y va hacía la puerta.)

FABIÁN: ¡Espere!

EZEQUIEL: ¿Si?

FABIÁN: ¿Puedo acompañarte? Es que no me gusta quedarme solo (Pausa.) le tengo fobia a la soledad.

EZEQUIEL: (Se devuelve y se sienta) (Pausa.) Es sólo un momento, voy y vengo.

FABIÁN: Pero igual.

EZEQUIEL: Es rápido, amigo.

FABIAN: Es que siento que las paredes me escuchan y me ven. Y no me gusta.

(Se quedan sentados, viéndose.)

OSCURO.

2005.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...