Todo el contenido de este Blog está protegido por la Constitución de Venezuela, la ley sobre el derecho de autor, el Código Penal, el Código Civil y las demás leyes locales. Está prohibida la utilización de los artículos para cualquier fin comercial o no, a menos que se solicite y se otorgue el correspondiente permiso por escrito.

miércoles, 4 de agosto de 2010

MOMENTOS.

Momentos

La mujer tomó el cuchillo entre en sus manos, el mango negro compaginaba entre sus dedos, entre sus uñas pintadas de oscuro, pronto pudo darse cuenta que el acto que estaba por cometer provocaría su muerte, no pensaba, simplemente se limitaba a la acción que pronto provocaría a su cuerpo, no le interesaba su estadía, su presencia innecesaria, su poca voluntad a cometer las inmediatas catástrofes de la mente, no pensaba en ella, no pensaba en nada, simplemente no pensaba y se dejaba llevar por el instinto, por su animal interno, por esa gota de humanidad que la hacia menos mujer paradójicamente.

La mujer era simple, tan normal, tan elemental, tan poco provocativa que su persona la hacia comprender que nada la haría cambiar de parecer su acto era una lógica estructura de acciones ordinarias, de pasados borrados por la memoria, pero que el subconsciente volvía a hacerlas revelar de tal manera que su mente cambiaba con cada movimiento de su inerte cuerpo frente al espejo. Pues el cuchillo temblaba con cada movimiento de sus brazos, de sus manos, el palpitar en la uñas, le provocaba el miedo que ella necesitaba para poderse sentir alterada en un estado de conciencia irreal.

La mujer simplemente altero el acto de sus acciones. Pronto recuperó la conciencia y con más decisión replanteo su cometido. Sus cuadros la veían, sus muñecas la veían, el espejo incontrolablemente la veía, ella se veía, se veía de tal manera que quedaba absorta ante su rostro perplejo de temor; horror, de ese horror que le hacían enfriar sus venas, su columna y sentía como esa agua helada convertida en sangre la llenaba por completo, en un sin fin de oportunidades incapaces de parar su pasión por ser libre, los nervios formaron parte de ella, ya no como un sentimiento si no como un reflejo de naturalidad de algo innato que simplemente formaba parte de su ser, que corría por sus venas, como corren las aguas de un río que no quiere parar por miedo a extinguirse.

La mujer innecesariamente rezó por su alma, por su espíritu, por su estadía en otro mundo, sabiendo que el acto que pronto cometería no era natural, que era causado por un problema de hombres, de sociedad, de incompleta presencia terrenal. Nada iba a hacerla cambiar de parecer, nadie podría hacerla cambiar, absolutamente nadie la conocía, ella, sólo ella era capaz de saber quien era.

La mujer no quiso mirarse, cerró los ojos, y el filo de la hojilla fue pasado sutilmente sobre su garganta, un hilo de sangre danzó sobre el denso aire que esperaba ansioso por el momento.

Los minutos pasaron y ella cayó sobre el frió suelo que la acobijo, dándole el calor que necesitaba.

Luego la cámara sobre el mostrador mostró una puerta que rechinaba, un cuchillo sediento de sangre y un niño preguntando por su madre.


09/01/2003

Daniel Dannery

PS: Creo recordar que este cuento lo escribí en medio de una fiesta, en casa, de para aquel entonces, una amiga de mi mejor amigo, eran como las 3am. Estaba ebrio, prendí la computadora, y escribí esto. Luego me lo mande por mail.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...